Esta semana, en nuestro programa, hemos podido charlar con el crítico y escritor Ramiro Cristóbal, que ayer presentaba en Madrid su último libro, titulado ALFRED HITCHCOCK. 14 PELÍCULAS IMPRESCINDIBLES, publicado por Ediciones Irreverentes, en el cual se trata no sólo de los planteamientos intelectuales y técnicos de las películas del director británico, sino también de los aspectos más controvertidos de su personalidad, de sus relaciones –en ocasiones amorosas y en ocasiones tormentosas con las actrices- y de su pasión por estudiar el alma humana.
Cristóbal nos presenta "a un hombre complejo, falto de amor, lo cual suplía por un uso y abuso obsesivo de la comida y el vino; una persona mucho más intelectual de lo que se piensa, ya que siempre ha sido un autor considerado populachero, y que junto a grandes películas, hizo panfletos pro-norteamericanos en plena guerra fría, lo que le supuso ser repudiado por los intelectuales europeos". También, según el autor, “Hitchcock me había gustado siempre mucho como director, pero le odiaba por cómo era. Después de hacer crítica cinematográfica durante décadas, llegada ya la madurez, me dije que tenía que ver sus películas con calma, sin dejarme influir por mis sentimientos, muy negativos sobre todo por sus películas de propaganda política durante la guerra fría. He visto varias veces cada película con papel y lápiz, parando escena a escena, y he podido comprobar que no es el director popular que se cree, sino un intelectual al modo europeo, aunque trabajara en EEUU, que cuidaba cada detalle arquitectónico, el vestuario a la vanguardia de la moda, hacía un estudio psicológico de los personajes como no se hace en el cine actual, donde cada personaje parece salido de la nada; en sus películas hay una explicación psicológica para todo. Y en especial, es un maestro en el dominio del tempo y del suspense.”
Ramiro Cristóbal reconoce haber disfrutado siempre con el cine de Alfred Hitchcock, pero “sin embargo, cuando hizo las dos películas de guerra fría, de un servilismo vergonzoso con los Estados Unidos, me sentí defraudado y consideré que, de alguna manera, su comportamiento era indigno de un artista independiente y libre. Luego, según iban pasando los años e iba viendo, casualmente, alguna de sus obras, incluso las que ya había visto, fui teniendo una nueva perspectiva y me prometí que un día dedicaría el tiempo suficiente para resolver esa especie de dilema profesional que había adquirido. Se trataba de poner la distancia necesaria como para no tomar en cuenta, de forma primordial, los aspectos políticos y propagandísticos de sus películas y procurar centrarme en otros que, quizás, la pasión no me había dejado ver."La conclusión de Ramiro Cristóbal es que “Hitchcock es un maestro de la psicología, su gran afición sin duda alguna. Seguramente el común denominador de toda su obra está en su insaciable curiosidad por el ser humano y por la forma de funcionamiento de su mente y sus pasiones”.
Un aspecto sorprendente que se descubre en el libro es que Hitchcock no era tratado en Estado Unidos como un genio, sino como un simple asalariado. “Se le controlaba todo. Él cobraba por semana de trabajo. Incluso cuando viajaba a Europa se le echaba en cara los gastos de sus llamadas internacionales. Él estaba acostumbrado a trabajar al modo europeo, con libertad, pero en estados Unidos le imponían en ocasiones los protagonistas, como ocurrió con Kim Novak. Se le controlaba hasta los días de rodaje.”
El asunto más polémico del libro es su relación con las actrices: “Aunque fue hombre de una sola mujer Hitchcock estuvo muy enamorado de Tippi Hedren; la regaló un vestuario completo, la puso un lugar para vivir a todo lujo; le enviaba ramos de flores, cajas de vino, llegó a declararse de rodillas, pero ella, muchísimo más joven, le rechazó. A partir de entonces, dejaron de trabajar juntos y ella no volvió a hacer ninguna película importante. También estuvo medio enamorado de Ingrid Bergman y de Grace Kelly, pero con ellas la relación se mantuvo en lo profesional. A Grace Kelly intentó rescatarla para el cine siendo princesa, pero fue imposible.”
Ramiro Cristóbal es licenciado en Ciencias Políticas y Ciencias de la Información.
Cristóbal nos presenta "a un hombre complejo, falto de amor, lo cual suplía por un uso y abuso obsesivo de la comida y el vino; una persona mucho más intelectual de lo que se piensa, ya que siempre ha sido un autor considerado populachero, y que junto a grandes películas, hizo panfletos pro-norteamericanos en plena guerra fría, lo que le supuso ser repudiado por los intelectuales europeos". También, según el autor, “Hitchcock me había gustado siempre mucho como director, pero le odiaba por cómo era. Después de hacer crítica cinematográfica durante décadas, llegada ya la madurez, me dije que tenía que ver sus películas con calma, sin dejarme influir por mis sentimientos, muy negativos sobre todo por sus películas de propaganda política durante la guerra fría. He visto varias veces cada película con papel y lápiz, parando escena a escena, y he podido comprobar que no es el director popular que se cree, sino un intelectual al modo europeo, aunque trabajara en EEUU, que cuidaba cada detalle arquitectónico, el vestuario a la vanguardia de la moda, hacía un estudio psicológico de los personajes como no se hace en el cine actual, donde cada personaje parece salido de la nada; en sus películas hay una explicación psicológica para todo. Y en especial, es un maestro en el dominio del tempo y del suspense.”
Ramiro Cristóbal reconoce haber disfrutado siempre con el cine de Alfred Hitchcock, pero “sin embargo, cuando hizo las dos películas de guerra fría, de un servilismo vergonzoso con los Estados Unidos, me sentí defraudado y consideré que, de alguna manera, su comportamiento era indigno de un artista independiente y libre. Luego, según iban pasando los años e iba viendo, casualmente, alguna de sus obras, incluso las que ya había visto, fui teniendo una nueva perspectiva y me prometí que un día dedicaría el tiempo suficiente para resolver esa especie de dilema profesional que había adquirido. Se trataba de poner la distancia necesaria como para no tomar en cuenta, de forma primordial, los aspectos políticos y propagandísticos de sus películas y procurar centrarme en otros que, quizás, la pasión no me había dejado ver."La conclusión de Ramiro Cristóbal es que “Hitchcock es un maestro de la psicología, su gran afición sin duda alguna. Seguramente el común denominador de toda su obra está en su insaciable curiosidad por el ser humano y por la forma de funcionamiento de su mente y sus pasiones”.
Un aspecto sorprendente que se descubre en el libro es que Hitchcock no era tratado en Estado Unidos como un genio, sino como un simple asalariado. “Se le controlaba todo. Él cobraba por semana de trabajo. Incluso cuando viajaba a Europa se le echaba en cara los gastos de sus llamadas internacionales. Él estaba acostumbrado a trabajar al modo europeo, con libertad, pero en estados Unidos le imponían en ocasiones los protagonistas, como ocurrió con Kim Novak. Se le controlaba hasta los días de rodaje.”
El asunto más polémico del libro es su relación con las actrices: “Aunque fue hombre de una sola mujer Hitchcock estuvo muy enamorado de Tippi Hedren; la regaló un vestuario completo, la puso un lugar para vivir a todo lujo; le enviaba ramos de flores, cajas de vino, llegó a declararse de rodillas, pero ella, muchísimo más joven, le rechazó. A partir de entonces, dejaron de trabajar juntos y ella no volvió a hacer ninguna película importante. También estuvo medio enamorado de Ingrid Bergman y de Grace Kelly, pero con ellas la relación se mantuvo en lo profesional. A Grace Kelly intentó rescatarla para el cine siendo princesa, pero fue imposible.”
Ramiro Cristóbal es licenciado en Ciencias Políticas y Ciencias de la Información.
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