CON MÓNICA GALLO & ISRA CALZADO LÓPEZ
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sábado, 24 de noviembre de 2007

ADIÓS A FERNANDO FERNÁN GÓMEZ, EL ÚLTIMO CLÁSICO DE LA INTERPRETACIÓN

Se marchó sin hacer ruido una tarde de noviembre, concretamente la del pasado día 21. Fernando Fernán Gómez, con 86 años, más de doscientas películas como intérprete y 27 como director, fallecía en la madrileña clínica La Paz aquejado de una afección cardiorrespiratoria.

Actor desde los años cuarenta, le hemos visto en papeles de todo tipo, desde joven galán -aunque su físico nunca le permitió explotar mucho este tipo de licencias- hasta viejo cascarrabias, un rol que a juzgar por algunas de sus apariciones en público, puede ser uno de los más recordados, con ese ya célebre "¡A la mierda!" que ya ha quedado como un clásico de las tabernas españolas.

Y eso que ha interpretado personajes alejados de ese estereotipo como puede ser el del mismísimo Dios en Así en el cielo como en La Tierra, o el de el muy nuestro Caballero de la Triste Figura junto al no menos emblemático Mario Moreno "Cantinflas".

El año 1987 fue, desde luego, uno de los más aplaudidos de su carrera. Viaje a ninguna parte y Mambrú se fue a la guerra colocaron cuatro Goyas en su estantería. Con un total de 13 candidaturas y 7 galardones en distintas categorías, es el artista que más cabezones tiene en su poder.
Su interpretación en Belle Époque, su interpretación en El abuelo y su elaboración del guión de Lázaro de Tormes completan la lista de estos reconocimientos.
Debido, eso sí, a la poca simpatía que despertaba la fiesta del cine español en el actor, este no acudió nunca a recoger ninguno de sus galardones.

Pero donde sí acudió el emblemático artista fue a recoger el Premio Príncipe de Asturias de las Artes del año 1995, tras declarar que era "todo un honor recibirlo". Fernán Gómez aseguró que cuando se enteró de la noticia "ni siquiera sabía que figuraba entre los candidatos".
En los últimos años, fue aquel anciano a veces alegre, como en Belle Époque, a veces loco, como su papel de En la ciudad sin límites, y casi siempre como sabio maestro, como en La lengua de las mariposas.

Aunque la verdad es que no hay mejor final que el que él mismo escribió para su velatorio, que dicen que ha sido una auténtica fiesta. Antes, El abuelo, de José Luis Garci, le dio la oportunidad de despedirse por la puerta grande.

Descanse en paz este fenómeno de la naturaleza.

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