CON MÓNICA GALLO & ISRA CALZADO LÓPEZ
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sábado, 7 de marzo de 2009

RECORDAMOS A STANLEY KUBRICK, UN CINEASTA GENIAL Y CONTROVERTIDO

Se cumplen diez años del fallecimiento de uno de los más geniales directores que nos ha dejado el cine del siglo XX: Stanley Kubrick. Este introvertido director nos dejaba un 7 de marzo de 1999, pocas semanas después de finalizar el montaje de la que sería su obra póstuma, EYES WIDE SHUT, que protagonizó el por aquel entonces matrimonio formado por Tom Cruise y Nicole Kidman.

Se suele creer erróneamente que Kubrick era inglés, pues vivió y rodó gran parte de sus películas en las islas británicas; pero lo cierto es que había nacido en Nueva York un 26 de julio de 1928, y ya desde muy temprana edad mostró una curiosidad y un talento innato para la fotografía. Tanto es así que a los trece años su padre le regaló su primera cámara, y a los diecisiete ya colaboraba regularmente en la revista Look.

Aunque durante toda su juventud la pasó experimentando con lentes y negativos, también probó fortuna en otras disciplinas, como el arte o la literatura, pero sólo supo destacar frente a un tablero de ajedrez. Quizá una mezcla de todas estas obsesiones fue la que le hizo probar suerte con el cine, y tras realizar un par de inéditos cortometrajes, pudo debutar como realizador en 1953 con un film hoy desaparecido, MIEDO Y DESEO.

Según los críticos de la época, la cinta no era especialmente brillante, pero sí le permitió al joven director y productor primerizo llamar la atención de los distribuidores. Así, poco después llegarían EL BESO DEL ASESINO (1955), ATRACO PERFECTO (1956) y posiblemente su primera gran obra maestra, SENDEROS DE GLORIA (1957).

Esta película supuso el primer gran enfrentamiento de Kubrick con los grandes estudios: los directivos de la Metro-Goldwin-Mayer y de la United Artists esperaban ver una cinta bélica donde se resaltase el honor y el valor de los soldados en combate; por el contrario, lo que Kubrick realizó fue una de las mejores y más desmitificadoras cintas antibelicistas que se recuerdan, mostrando el horror y la hipocresía a través de las trincheras de la primera guerra mundial.

El mejor avalista de SENDEROS DE GLORIA fue su protagonista, el actor Kirk Douglas, que no dudó un momento en proponer al joven realizador de 31 años para sustituir a Anthony Mann al frente de una de las más ambiciosas superproducciones de Hollywood de 1960: ESPARTACO. Por primera vez en su carrera, Kubrick podía contar con un reparto de lujo, encabezado por el propio Douglas y al que acompañaban Sir Laurence Olivier, Jean Simmons, Peter Laughton, Tony Curtis, John Gavin y Peter Ustinov, que ganó un Oscar como Mejor Actor de Reparto gracias a este trabajo.

El portentoso éxito de ESPARTACO abrió de par en par las puertas de la Meca del Cine a su nuevo chico de oro, que no se dejó influenciuar por su fulgurante éxito. Buena prueba de ello fueron sus dos siguientes películas, radicalmente opuestas al que hasta ese momento había sido su mayor triunfo. Primero, se atrevió con la adaptación de LOLITA, a partir de la controvertida novela de Vladimir Nabokov, para posteriormente dar rienda suelta a un insólito sentido del humor con la comedia negra ¿TELÉFONO ROJO? ¡VOLAMOS HACIA MOSCÚ!, donde el gran Peter Sellers encarnó nada menos que a ¡cuatro personajes!

Siguiendo con esa idea de tocar todos y cada uno de los géneros cinematográficos, su nuevo reto era revolucionar y reivindicar un género aparentemente menor: la ciencia-ficción. Con la ayuda del escritor Arthur C. Clarke y a partir de su relato corto EL CENTINELA, el cineasta supo ver más allá del pasado y del futuro para traernos, un año antes de que el hombre pisara la luna, 2001: UNA ODISEA DEL ESPACIO.

Siguiendo en su ya habitual línea, Stanley Kubrick estrenaba una cinta tan visualmente poderosa como argumentalmente controvertida, ya que aunque funcionó muy bien en taquilla, no dejó de crear adeptos y detractores por igual allá por donde pasaba. (ver reportaje especial en http://esto-es-espectaculo.blogspot.com/2008/04/2001-una-odisea-cinematogrfica-cien-por.html).


Pero su siguiente película fue aún más controvertida si cabe: LA NARANJA MECÁNICA (1971), adaptación de una parábola futurista de Anthony Burgess, tuvo muchos problemas de exhibición y distribución en gran cantidad de paises debido a la gran cantidad de violencia explícita que mostraba la cinta. De hecho, el propio director pidió que se retirara de los cines británicos cuando, poco después del estreno, un grupo de jóvenes apaleó a un mendigo de forma muy similar a la que se muestra en la cinta.

También tuvo sus más y sus menos con BARRY LYNDON (1975), film victoriano ambientado en el siglo XVII protagonizado por Ryan O'Neil en el que el director se propuso la hazaña de rodar absolutamente todo con luz natural, desde las soleadas escenas de exteriores hasta una cena íntima iluminada tan sólo con la tenue luz de las velas. El resultado final, como casi siempre, fue tan atractivamente visual como tan pobre desde el punto de vista argumental.

Público y crítica dieron la espalda a los caprichos técnicos (¿o genialidades incomprendidas?) de Kubrick. Pero él, impasible como siempre, no perdió nunca ni la calma ni la confianza en sí mismo, y pronto lograría que los espectadores volviesen a llenar las salas, esta vez para estremecerse con su celebrada adaptación de un clásico de terror: EL RESPLANDOR, de Stephen King.

A pesar de tan enorme éxito, los ochenta no fueron demasiado prolíficos desde el punto de vista profesional para un director ya de mediana edad que prefería pasar largas temporadas con su mujer y sus hijas a volver a la tensión de un rodaje. Tanto es así que tuvieron que pasar siete años para volver a ver una película firmada por Kubrick, de nuevo una historia de duro y marcado caracter antibelicista, cuyo desarrollo llevaría al espectador desde un campo de entrenamientos de marines hasta lo más profundo de la guerra de Vietnam: LA CHAQUETA METÁLICA (1987).

Sereno, tranquilo, impasible, introvertido... son quizás los adjetivos que mejor definen a este solitario director que tan sólo realizaría una obra más, la ya citada EYES WIDE SHUT en 1999, para poco después dejarnos a la temprana edad de 71 años con tres proyectos en mente que nunca llegaría a rodar: la adaptación de la novela futurista de Brian Adliss INTELIGENCIA ARTIFICIAL (proyecto que años después recuperaría con desigual fortuna Steven Spielberg); otra adaptación, ARYAN PAPERS, ésta sobre el Holocausto judío; y una épica biografía de Napoleón Bonaparte, que Kubrick preparó durante décadas y que nunca pudo llevar a la gran pantalla.

Si queréis profundizar más en la obra de este director, podéis hacerlo a través de la biografía oficial de John Baxter (T&B Editores) o con el documental STANLEY KUBRICK: UNA VIDA EN IMÁGENES, de Jan Harlan (Warner Bros).

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