por ISRA CALZADO LÓPEZ.
De cuando en cuando, y más a menudo de lo que la urgencia de la taquilla y algunos distribuidores peseteros nos dejan ver, tenemos la oportunidad de descubrir en nuestras salas pequeñas grandes joyas de nuestra cinematografía, de esas que a mí me gusta calificar de obras modestas, cuya calidad puramente fílmica nada tiene que envidiar a los grandes títulos del coloso americano y que incluso llega a superarlos, ante tanta avalancha de secuelas, remakes y blockbusters incendiarios de usar y tirar. Esta semana se ha estrenado AGALLAS, de los debutantes Andrés Luque Pérez y Samuel Martín Mateos, la historia de un chorizo de poca monta que, tras salir de la cárcel, hará todo lo posible por entrar en primera división al verse deslumbrado por el lujoso tren de vida de un importante empresario que usa sus negocios como tapadera para el narcotráfico. Traiciones, engaños, asesinatos... es el precio que hay que pagar por vestir ropa cara y conducir descapotables. De entrada, y este es el primer gran acierto de la película, los directores nos proponen que sigamos las andanzas de este malnacido, un tipo que difícilmente puede caerte simpático -es sucio, violento y chantajista- pero que no puedes evitar la curiosidad de si conseguirá entrar en ese mundo de lujo y crimen... o se dejará la piel en el intento. Segundo acierto: los actores. Hugo Silva, muy inteligentemente, se aleja de los estereotipados papeles de guaperillas -impuestos, seguramente- para dar vida, de manera más que convincente, a este perro callejero, como él mismo ha definido a su personaje. Y Carmelo Gómez, ¿qué decir de este actor? Enorme, inconmensurable, disfrutando -y haciendo que disfrute el espectador- en su papel de gángster gallego sin conflictos interiores pero lleno de enigmas, misterios y sutiles matices. Eso sin olvidar a un estupendo -y casi desconocido- ramillete de secundarios, perfectos todos y cada uno de ellos. Por último, pero ni mucho menos importante, hay que felicitar a los guionistas, que nos introducen en un juego de engaños, mentiras y traiciones y que, aunque bordean la trampa fácil jugando con varios posibles finales, esta vez la cosa no huele a trampa, sino a un maquiavélico plan muy bien pensado... y no digo más no sea que cuente lo que no deba. Mi recomendación es que, si quieren disfrutar de hora y media de buen cine -otro acierto: no dura ni más ni menos que lo que debe durar esta historia- , no dejen de ver AGALLAS... antes de que desaparezca fulminantemente de la cartelera.
1 comentario:
Por mi parte disfrute de la película y de los actores.
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